martes, 10 de abril de 2018

Emociologías, modas y campañas


Dado que la manipulación emocional es una constante en política, me parece interesante intentar clasificarla según el tipo de distorsión que utilizan.




Nacionalistas y populistas no utilizan lo mismo que los adalides de la corrección política. Ni estos suelen lanzar campañas enfocadas en la destrucción de la imagen de alguien concreto como sí acostumbran muchos medios de comunicación en sus campañas.

En todos estos casos se despliegan distorsiones con clara vocación de manipular emocionalmente a la sociedad, de generar sentimientos, pero ¿qué las diferencia?

Intentaré a proponer una clasificación:

En primer lugar, como las más dañinas, estarían lo que propiamente llamo 'emociologías'. Consisten en distorsiones que tienen como objetivo separar a la sociedad en grupos para luego enfrentarlos.





En segundo lugar estarían lo que podríamos llamar emo-modas, como las actuales asociadas a lo políticamente correcto: no poder hablar mal de las mujeres como colectivo pero sí de los hombres... 
Este tipo de prejuicios buenistas aprovechan un movimiento saludable ya bastante consolidado: antiracista, antimachista... Potenciándolo con idealismo pero a la vez transformándolo un dogma incuestionable, maniatando así a la sociedad y acostumbrándola a la manipulación.





Por último estarían las campañas focalizadas en una víctima concreta, las emo-campañas. Estas no buscan dividir la sociedad en bloques ni pretenden manipular por un bien superior. Sencillamente son las campañas de desprestigio contra una persona, un partido... Son las preferidas de los medios de comunicación ya que, como las series de televisión, se hacen con un público al que enganchan emocionalmente aumentando las ventas con cada nuevo episodio.

Pueden realizarse contra partidos, como la ristra de campañas que desplegaron algunos medios de la derecha contra Aznar durante su segunda legislatura y que desembocaron en la presidencia de Zapatero (Decretazo, Prestige, Guerra de Iraq...). Su reanudación actual contra la presidencia de Rajoy. O las campañas que se despliegan desde ambos bandos (nacionalista y no nacionalista) asociadas el Procés.

También entrarían en este grupo, como emo-campañas, las que se realiza tras algunos sucesos especialmente dramáticos (asesinatos, violaciones...)



Como ocurre con la violencia física, todos estos tipos de manipulación emocional pueden tener un componente práctico: defender a un colectivo, promocionar una conducta beneficiosa o afear una mala acción. Pero su exceso y descontrol resulta agresivo para los individuos y destructivo para la sociedad.



Por ello espero que con el tiempo se vaya conteniendo como se ha hecho con la coacción física. Resaltando y afeando la conducta de quienes lo practican por mero interés para así ir limitando su uso.


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Nota 1: (11 sept 2018) Se habla mucho del riesgo asociado al crecimiento de la ultraderecha y es habitual que le asocien imágenes de Hitler...
Pero me da que no. Que esas son imágenes engañosas. Que una cosa es el discurso y otra la estrategia.

No es lo mismo un partido con un discurso frentista que un partido que, además de discurso frentista, busca controlar los medios de comunicación, la educación, la policía... Que un partido que busca el dominio total de la sociedad.


Creo que a la clasificación en emos, modas y campañas le falta algo. Algo así como la emo de apoyo al control de la sociedad. Porque Hitler podía ser racista, que es malo, pero lo realmente terrible vino porque además se hizo con el control de todos los resortes que mueven una sociedad.

El discurso en ese caso es un medio más para alcanzar y afianzar el poder total. Por eso Hitler es mucho peor que el peor ultraderechista europeo actual. Por eso el Chavismo, el Castrismo... son mucho peores que una simple emociología.
 

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