martes, 19 de septiembre de 2017

Deconstruyendo el nacionalismo (versión simplificada)



¿Qué es el nacionalismo?

El nacionalismo puede ser una reacción, mejor o peor, a un problema real (colonialismo, pueblos sojuzgados, multicultiralismo, inmigración...), pero también puede ser tan sólo un mecanismo publicitario, una forma eficaz de manipulación emocional. Un populismo que moviliza a la gente separándola y enfrentándola. Una emociología.

En el caso español, los nacionalismos son hoy publicidad alimentada por intereses partidistas. Hubo tiempos en que respondieron a una mezcla de reacción conservadora frente al mundo moderno (carlismo), respuesta a una inmigración con costumbres distintas y un punto de supremacismo racial (Sabino). Pero hoy día es principalmente un discurso de hinchada, sin realidad subyacente que lo justifique salvo la previa existencia del discurso.



¿Por qué funciona en España?
Siendo sólo propaganda, necesita mucho apoyo para imponerse. Precisa la colaboración de múltiples fuerzas, exteriores e interiores.
En el caso español, tradicionalmente se ha basado en una colaboración simbiótica:
 
la izquierda valida la propaganda nacionalista,
el nacionalismo apoya las campañas anti-PP.



¿Cómo se desactiva?
Al ser sólo propaganda no precisa especial negociación política, no es una cuestión práctica de competencias, financiación... es una cuestión de emociones, es decir de propaganda. Basta con dejar de regar la planta de los frentismos.

¿Cuál es el camino más eficaz entonces para desmontar su fuerza? parece obvio: eliminar aquello que lo alimenta, el mutuo beneficio.
El nacionalismo se volverá residual cuando el filonacionalismo perjudique electoralmente a la izquierda.



¿Por qué le resulta tan difícil a la derecha?
¿Por qué no se avanzó más en la anterior legislatura, con mayoría absoluta del PP? Porque a la pinza izquierda-nacionalismo se le sumó una tercera pata, una nueva fuerza que incrementó el desgaste que supone el nacionalismo para el PP: los medios de la derecha enfrentados a Rajoy.

Estos medios despliegan una campaña anti-PP con motivos anti-nacionalistas: Rajoy es un traidor, un cobarde, rajao… esas cosas. Una campaña de distorsión esencialista, dicotómica y agresiva, que, dicho sea de paso, engancha ya que en el pasado la utilizó el propio PP.

Es decir, en la práctica, los medios de la derecha anti-Rajoy incrementan la rentabilidad del nacionalismo para la izquierda. Lo que desgasta a mi contrincante me beneficia...


La propaganda deja de ser eficaz cuando se ve el truco
Para concluir, nacionalismo, secesionismo, filonacionalismo y antinacionalismo no son planteamientos racionales ni constructivos. Son sólo emociologías, distorsiones manipuladoras, exageraciones malintencionadas de la realidad utilizadas interesadamente por su capacidad de movilizar a la gente.

Sus mensajes básicos son:
Nacionalismo: todo sería fantástico si no fuese por… los otros, los “no de aquí”.
Secesionismo: puesto que el nacionalismo es incuestionable, todo es aceptable para conseguir sus fines.
Filonacionalismo: no soy nacionalista, pero… lo nacionalista mola, no como lo español. Y además, lo local necesita ser protegido con sensibilidad multiculturalista.
Antinacionalismo: quien no responda al nacionalismo con sus mismas armas es un traidor, un cobarde, un pusilánime… 


Pero, por mucho que en pequeñas dosis estas propagandas no calienten el corazón, en grandes dosis nos enferman y acaban enfrentando a amigos y familias. No creo que a la mayor parte de la gente le valga la pena seguir el juego de los exaltados. No tenemos por qué seguirlos.








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P.S.: Una entrada posterior, intentado explicar qué beneficios aporta el incorporar un enfoque de tipo emocional

P.S.2: Un cuadrito resumen



  

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