sábado, 31 de diciembre de 2016

Emociologías: el libro


Un acercamiemto psicológico a cómo funcionan las emociones en política. 

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¿Harto de ver cómo la política separa a la ciudadanía en grupos para luego enfrentarlos, acumulando agravios y fantasías?
Populismos de izquierda y derecha, nacionalismo, antinacionalismo, presiones de lo políticamente correcto

¿Cómo funcionan las corrientes que mueven a la sociedad mediante sentimientos? Este libro propone analizarlas por separado de las ideologías, empezando por asignarles una denominación específica: emociologías.
Una distinción necesaria porque los movimientos políticos basados en emociones funcionan siguiendo sus propias reglas, distintas a las de las ideologías, unas reglas que aún no conocemos bien y frente a las cuales no disponemos de precauciones eficaces.

La ciencia que estudia las emociones, la psicología cognitiva, puede proporcionarnos las pautas de higiene social necesarias para preservar nuestra convivencia, para que la sociedad se autorregule.  Reconocer la dinámica de la manipulación emocional es el primer paso para encauzarla y contrarrestarla eficazmente.



ÍNDICE
Introducción    3
I. Emociología, definición del concepto    9
      Un cambio cultural    13
      Viabilidad tecnológica    15
      Tipos de emociologías    16
      La confusión actual    17
II.  Propuesta de tratamiento    19
Identificación de la emociología    21
      Tipos de respuesta a la emociología    24
            Respuesta agresiva    25
            Respuesta pasiva o sumisa    26
            Voluntarismo    28
            Asertividad y reestructuración cognitiva    29
      Contra la empatía    30
      Palabras cargadas    31
III. Mapa de las emociologías españolas    33
IV. Ejemplos de uso    39
      El proceso secesionista catalán    40
      PSOE    44
V.  Los medios de comunicación como fuerzas de manipulación    49
      Mapa de medios    51
      La ‘mediocracia’    53
VI. Emociología y vulnerabilidad    57
      El atentado del 11 de marzo de 2004 (11-M)    59
      Trump, un choque entre lo políticamente correcto y la manipulación gruesa    61
VII. Otros temas afectados por las emociologías    65
      El gobierno como servicio profesional    66
      Democracia directa y destrucción de la democracia    71
      Derecho a decidir o democracia    75
      La intolerancia del multiculturalismo    80
VIII. Emociología en la vida interna de los partidos    85
      Limitación de mandatos    85
      Primarias en los partidos    87
      Conductores al abismo    89
ANEXO: El origen de los emergentes    93
      Basta ya    95
      UPyD y Cs    97
      15-M    98
      VOX    99




INTRODUCCIÓN



¿Quién no está harto de ver cómo políticos y periodistas manejan temas que separan a la ciudadanía en grupos?
Ya sea tratando los idiomas como un fin y no como una herramienta; presentando el nivel económico como una línea divisoria, en lugar de una escalera social bidireccional; invocando la nacionalidad como si el origen fuese una característica esencial de la persona y no algo casual o tratando los signos y banderas como las hinchadas deportivas, en lugar de como símbolo de los derechos y deberes de ciudadanía.

Todo ello para luego enfrentar a estos grupos desplegando una baraja de agravios y fantasías: el Estatuto, el 9-N, Bolinaga, la Sanidad, las balanzas fiscales, no nos aprecian, no nos dejan ser como somos, no nos respetan, nosotros tenemos estilo y ellos no, nos roban, nos atacan, no son de los nuestros...


Una historia que se repite una y otra vez con sólo cambiar el sujeto y las etiquetas:
el populismo/nacionalismo/islamismo/patrioterismo fomenta la división de la sociedad con el discurso de un supuesto pueblo llano/vasco/musulmán/nacional inocente y sano que sufre la opresión de una casta/españoles/impíos/extranjeros que se aprovecha de él, lo pervierte y lo desprecia.

Parece imposible que un discurso tan simple nos siga enganchando, pero así es. Igual que vemos una y otra vez una misma película de buenos y malos, con héroes y villanos que apenas cambian de vestuario y paisaje.
Repetimos con gusto nuestros mantras entre afines, sintiendo las emociones activadas y las convicciones reafirmadas. Y al mismo tiempo, sufrimos las consecuencias desagradables: ¿quién no ha visto a las familias evitar cuidadosamente los temas de política para no acabar enfrentados padres, hijos y hermanos? Esto, por no hablar de las repercusiones sociales, las toneladas de dinero y esfuerzo malgastados o incluso utilizados en nuestra contra, no digamos ya el enorme dolor causado por la violencia desatada en los casos más extremos.

¿Estamos descubriendo que en política se manipulan las emociones? No, claro, la manipulación emocional de masas es una constante en la historia. Siempre se ha utilizado y siempre ha habido denuncias y reacciones frente a estas manipulaciones.
Pero, ¿se analiza específicamente el fenómeno de la manipulación emocional? ¿Se le da la importancia que merece? ¿Se contempla con criterios acordes a la psicología de las emociones? La realidad es que no. Hay respuestas particulares a cada caso de manipulación, pero no se estudia específicamente el factor manipulación, no hay una clasificación de las principales manipulaciones desplegadas, no hay un análisis de su mecanismo general en democracia.
El objetivo de este libro es resaltar esta carencia: dar a la manipulación emocional la importancia sustantiva que merece y mostrar las posibilidades que aporta al análisis político añadir un enfoque acorde con la ciencia que la trata, la psicología cognitiva.

La psicología cognitiva nos explica que las emociones surgen a partir de ideas. Que una idea puede ser racional y buscar describir o explicar un fenómeno, pero también puede ser emocional y buscar producir un sentimiento. Cuando el efecto es negativo, a estas ideas se las denomina distorsiones cognitivas. Esto es así hasta el punto de que las distorsiones son responsables de la mayor parte de los estados emocionales.
Una persona puede sentirse deprimida a pesar de encontrarse en una situación de bienestar material y otra, en cambio, mantenerse alegre en una mala situación o incluso tras un hecho dramático. ¿Qué diferencia hay entre ambas?: lo que se dicen a sí mismas. Las distorsiones cognitivas.
Con las sociedades ocurre algo similar. Su estado emocional no es consecuencia tanto de los hechos concretos como de las ideas que circulan. Una sociedad puede ser próspera y padecer el sentimiento de ser víctima, como también, a la inversa, puede hacer frente a situaciones muy duras sin que su vida social se vea orientada al padecimiento o el agravio. Todo dependerá de las ideas que circulen.


Pese a su enorme influencia social, no hay una clasificación de las principales manipulaciones desplegadas que haga visible el tablero de juego emocional, un mapa de las distorsiones cognitivas que facilite su detección y prevención. Tanto es así que he necesitado acuñar un nuevo término paralelo al de las ideologías, las “emociologías”, para caracterizar a las construcciones políticas basadas en la manipulación emocional, basadas en distorsiones cognitivas.
Veamos algunos motivos que justifican la conveniencia de incorporar este enfoque psicológico:
   - La falta de una caracterización específica de las emociologías permite a los partidos políticos jugar un doble juego: definirse mediante una ideología respetable y constructiva y desplegar simultáneamente una emociología frentista y radical que aísle o demonice a su rival como a un enemigo.

   - No disponer de este enfoque sistemático de las emociones hace que cada persona u organización tenga que improvisar su respuesta a las manipulaciones. No hay un protocolo de respuesta mínimamente compartido o aceptado. Así, por ejemplo, vemos frecuentemente enfrentarse a una emociología, por ejemplo la nacionalista, cayendo en otra similar, pero de signo opuesto (anti-nacionalismo) o bien apoyarse en ella para descolocar al adversario (filo-nacionalismo). La sociedad sufre al final las tensiones derivadas de tres emociologías en pugna.

   - Como no hay conciencia de su existencia, las emociologías siembran la cizaña en las familias, enfrentando a sus miembros en conflictos conceptualmente pobres por la falta de conocimientos específicos, pero emocionalmente intensos: sobre las lenguas, las banderas, la economía, el calentamiento de la tierra, la desigualdad... ¿Cómo es posible que semejantes epidemias de frentismo no se diagnostiquen y prevengan?

Las emociones siempre han tenido su función en la política como forma de agrupar y movilizar a la sociedad. Y ahí seguirán. Pero han de ser atendidas y monitorizadas como cualquier otra faceta importante, como se atiende a la propaganda en las empresas, facilitando su análisis y evitando que la competencia derive en prácticas destructivas o engañosas. A ello responde el concepto de las emociologías.


I. Emociología, definición del concepto



Populismo, nacionalismo, anti-nacionalismo... 
¿Se puede estar "colérico sin causa"?

Sí, basta con sembrar cizaña.



En ciencias sociales se define la ideología como: Un conjunto normativo de emociones, ideas y creencias colectivas que son compatibles entre sí y están especialmente referidas a la conducta social humana. Las ideologías describen y postulan modos de actuar sobre la realidad colectiva, ya sea sobre el sistema general de la sociedad o en uno o varios de sus sistemas específicos, como son el económico, social, científico-tecnológico, político, cultural, moral, religioso, medio ambiental u otros relacionados al bien común.

Las ideologías suelen constar de dos componentes: una representación del sistema y un programa de acción. [wikipedia] [nota: aprovecharé las definiciones de la wikipedia ya que suelen estar ampliamente aceptadas]


Esta definición engloba hechos muy diferentes que conviene desgranar.
Una ideología puede estar basada en una creencia, como es el caso de las religiones; en un argumento racional, como lo que tradicionalmente se ha denominado ideologías (comunismo, etnicismo, liberalismo…); o en un sentimiento colectivo. Esto llevaría a considerar tres tipos de ideologías según la faceta predominante: ideologías religiosas, racionales y emocionales.
También podríamos diferenciar entre religiones e ideologías religiosas, según pretendan o no regir la vida política y social. Una religión dejaría de ser considerada ideología si se define explícitamente como opción personal, aunque proponga cómo actuar en sociedad (no “sobre” la sociedad). Es una frontera borrosa pero necesaria, pues la valoración de ambas es, a mi juicio, totalmente distinta: respeto por la religión, pero prevención ante la intolerancia que muy frecuentemente acompaña a las ideologías religiosas.
Asimismo, las facetas de tipo racional y emocional de las ideologías son tan diferentes que conviene diferenciarlas explícitamente. Para ello, he acuñado un término específico para identificar a las ideologías basadas esencialmente en movilizar emociones: emociologías.
Emociología: estructura compleja y estable de distorsiones cognitivas orientada a la movilización social y política mediante la influencia emocional. Utilizada habitualmente de forma negativa para promover el enfrentamiento de la ciudadanía en grupos a partir de algún elemento diferenciador (lengua, nivel económico, origen...).

Las emociologías, en diminutivo emos, se distinguen de las ideologías en que no llevan asociada una representación global del sistema ni un programa de acción de gobierno diferenciado. Así como las ideologías tienen como eje central el componente racional, las emos basan su funcionamiento en la faceta emocional, quedando las creencias, las ideas e incluso la realidad (posverdad) relegadas a un papel menor.

Es habitual que las ideologías se vean acompañadas de una emociología, pero ambas tienen su propia dinámica y requieren un análisis diferenciado. Una misma ideología, como el nacionalismo, puede dar lugar al despliegue de varias emociologías diferentes: nacionalista, secesionista, filo-nacionalista o anti-nacionalista. Y una misma emociología, como la anti-franquista, puede ser utilizada por distintas ideologías.

Veamos algunos ejemplos de emociologías:
Emos populistas de izquierdas: algunas de sus distorsiones cognitivas pueden ser "los ricos o el IBEX nos gobiernan en la sombra para su beneficio", "la casta es corrupta"...
Emos populistas de derechas: "los inmigrantes están acabando con nuestros valores esenciales"…
Emos nacionalistas: "España odia nuestra lengua y quiere acabar con ella", "nos roban", "lo español es de mal gusto", "solos nos irá mejor"... 
Emos anti-nacionalistas: "quienes no responden a las provocaciones nacionalistas con sus mismas maneras son cobardes o colaboracionistas", "los nacionalistas siempre nos ganan", "cualquier acercamiento a los nacionalistas es una traición"...
Emos de lo políticamente correcto: “dudar del calentamiento global es negacionismo”, “cuestionar una medida feminista es apoyar el machismo”...
Todo esto no son ideas racionales. De hecho, serían indefendibles mediante la lógica y no suelen tener ni siquiera un sujeto real, objetivamente definido. ¿Quién es "los ricos"? ¿"la casta"? ¿"el pueblo"? ¿"España" y "los vascos" o “los catalanes” como actores? ¿Puede un "vasco" pasar a ser "español" si cae en desgracia?
Son ideas emocionales, prejuicios que se instalan en la ciudadanía, distorsiones cognitivas de alto impacto emocional en torno a las cuales se articula un sistema de afiliación emocional que posibilita la movilización social para obtener beneficios políticos.

Analicemos más detalladamente un ejemplo de emociología: no es lo mismo plantear que hay aspectos en el reparto de los bienes que favorecen a los más pudientes y que esto se puede modificar (una idea racional y discutible, como cualquier otra) que enunciar que "los ricos roban al pueblo". Esto último establece bandos (los ricos frente al pueblo: distorsión por etiquetación, quien me apoye es 'pueblo', quien se oponga será enemigo del pueblo) y los enfrenta (enunciándolo como agresión, “robo”, y añadiendo una distorsión por generalización: por supuesto que hay gente con mucho dinero que roba, pero ni todos ni sólo quienes tienen mucho dinero roban).


Un cambio cultural

Hay una faceta cultural o histórica en el crecimiento de las emociologías.

Las religiones ofrecen una respuesta a la dureza del destino humano: al dolor, la muerte, el miedo... una respuesta basada en reforzar la convicción: cuando la realidad sea dura, hazte fuerte en tu fe. Pero las religiones resultaron ser de utilidad también como ideología política, tanto para el control social (Inquisición...) como para el enfrentamiento con otras sociedades o países (Guerra Santa...).
Las ideologías, pertenecientes ya enteramente al entorno de la política, surgen con el cuestionamiento de las religiones, tras abrirse sus dogmas al debate público. No apelan a la convicción, sino a la razón. Confían en imponerse porque su análisis les da razones para predominar: por convocar al grupo social más numeroso (comunismo) o a una raza fruto de la selección natural (nazismo), por la eficacia de sus mecanismos (liberalismo económico) …
De nuevo, las ideologías resultaron eficaces como herramientas de control social para adquirir y mantener el poder. Pero no tuvieron el éxito total que preconizaban, pues son solo parcialmente eficaces para la gestión social, ya que no hay regla que valga para todas las situaciones.

Las emociologías tienen su eclosión tras el fracaso de las ideologías. Desde un planteamiento posmoderno, renuncian a proponer un modelo racional completo, eso ya falló. Llevando al límite el aforismo “en caso de duda, sigue a tu corazón”, nos acercan a lo que actualmente se denomina posverdad: “que la realidad no te estropee una buena historia”.
Agrupan más por estilos que por ideas estructuradas, se asemejan a lo que en la música se denominaba tribus urbanas: rockeros, punkis, mods, raperos...
Quien clama contra los ricos puede a su vez ser rico o intentar conseguir buenos ingresos y una posición de influencia. Es como el joven que sale de la mansión con los pantalones deshilachados de moda, no problem, mola. O como el nacionalista que impone como exclusivamente propia una lengua que muy pocos hablan. ¿Qué importa la realidad si la historia emociona?

Esto es la posverdad, el predominio de las emociologías, el regodeo en lo emocional con independencia de lo racional y de la realidad misma. Como quien simpatiza con los mafiosos de las películas, aunque nada le espantaría más que cruzarse con ellos fuera del cine. Algo muy habitual en las artes, pero peligroso cuando se traslada a las facetas prácticas de la vida social.
 



Viabilidad tecnológica

El despliegue masivo de emociologías está posibilitado por unos medios de comunicación capaces de ejercer influencia de forma casi ininterrumpida a lo largo del día. 

Con la imprenta se pasó de una iglesia y una escuela en cada pueblo a disponer de libros para la propagación masiva de ideas. Con los medios de comunicación disponemos de una radio y una televisión informándonos y entreteniéndonos en cada casa. La incorporación de los medios a nuestra vida diaria es tan intensa que la manipulación emocional puede reforzarse constantemente, sin vacíos. 

Hoy se está avanzando un paso más allá, y lo que antes se divulgaba a través de emisiones centralizadas se multiplica ahora exponencialmente de forma multipolar y en tiempo real a través de internet, en cada comentario y meme de las redes sociales que vibra en el bolsillo de todo ciudadano. Ya no se precisa de una creencia sólida, como las religiones, ni de un modelo racional, como las ideologías. Bastan cuatro palabras bien trabadas sobre una sintaxis sentimental o un meme resultón.

Nuestro populista no sabe de comunismo, al nacionalista no le interesa la historia ni cree en las razas y nuestros islamistas son capaces de inmolarse tras sólo unas semanas de captación por internet. Detrás no hay más que motivación emocional y distorsiones, tal como las describe la psicología cognitiva.
 

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